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jueves, 25 de marzo de 2010

A propósito de un osado y tendencioso artículo acerca de “Promocionar el turismo venezolano con la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar”

Por: Oswaldo Buenaventura

Señor Carlos Dávila Federico: ¿En qué país vive usted? ¿Sabe usted que a diario el Sistema Nacional de Orquestas a través de su departamento de Publicidad y Mercadeo logra aparecer en los medios impresos, digitales, televisivos y radiales del país y buena parte del mundo? Eso no se hace sólo con talento. Se hace con dinero. No se hace únicamente con obras populares de nuestro repertorio tocadas obligadamente (“a juro”), ante su más amplio y versátil repertorio europocéntrico.
La República Bolivariana de Venezuela goza en la actualidad, de gran simpatía en el orden político, económico y sociocultural y mucho de esa imagen positiva ha sido producto de las decisiones tomadas por el Comandante Chávez además que han sido respaldadas por el pueblo. La Orquesta Sinfónica Juvenil de Venezuela es dirigida por cada una de las almas que la integra. Al principio creía que el caso de su director era excepcional, que un genio lo habitaba y el muchacho larense no hacía otra cosa que regalarnos su don.

Pero con tanta publicidad y abusivas apariciones mediáticas, empezó a parecerme una “pop star” de esa maldita industria que nos ciega con “lucecitas montadas para escena”. Creí que era la continuación de un Luis Fonsi, una Olga Tañón, un Dady Yankee, un Don Omar, un Tito El Bambino o tantas otras basuras que pegan temas en estas geografías con la anuencia hasta de gobiernos “revolucionarios” locales y regionales. En pocas palabras, el hecho que salga todos los días en prensa, radio, internet y televisión no significa que algo sea bueno, genial o imprescindible.
Para su información, el nombre de Venezuela es noticia desde 1998 cuando Chávez asumió las riendas de éste país, no desde la fundación del Sistema Nacional de Orquestas hace treinta años, ni de su resurrección con la Misión Música mediante aportes de más de 30 millones de dólares (multiplíquelos por dólar legal o negro).

Lo que usted llama “la positiva cobertura mediática” pudiera ser también, palangre o “payola”. Desde antes del joven director, esta nación poseía “un extraordinario talento rítmico” y le diré para su asombro, que ya era Venezuela una potencia mundial de la música sin precedente histórico con la labor de divulgación que hizo el maestro Alírio Díaz con obras de Antonio Lauro, Raúl Borges, Manuel Enrique Pérez Díaz, Rodrigo Riera y muchos otros. ¿Sabe usted quiénes son José Ángel Lamas, Vicente Emilio Sojo, Evencio Castellanos, Eduardo Serrano o Antonio Estévez?

Y es verdad lo que usted dice: “en los próximos años a más de un millón de niños y niñas en el referido programa” se les enseñará a tocar instrumentos musicales de orquestas concebidas desde la praxis europocéntrica. Lo de las bellas artes podemos discutirlo hartamente. Esa diferenciación clasista sobrevino por la percepción de élites culturales respecto a lo que crean los cultores, según su estatus socieconómico. Para dar a conocer a Venezuela con sus grandes paisajes o escenarios naturales lo que menos se precisa por ser tan ajeno a ellos es una Orquesta Sinfónica.

Traté de imaginarme los horrendos “afiches promocionales con la colorida y nutrida Orquesta Sinfónica Simón Bolívar con sus instrumentos, y al fondo los imponentes Tepuys de la Gran Sabana, Playa Medina, Los Andes, un atardecer en el Llano, los Médanos, por nombrar algunos posibles motivos” y me pareció un exabrupto. En los tepuyes deben aparecer los Pemones, en Playa Medina, los habitantes y pescadores del sector, en Los Andes un imponente Juan Félix Sánchez o el inventor Luis Zambrano; en los llanos “El Carrao de Palmarito”, Luis Lozada “El Cubiro” o Anselmo López, en Los Médanos de Coro, un grandioso Alí Primera o a Rafael Sánchez López. Yo no sé usted, pero esos son los que veo yo allí, no sé, por trascendencia, por verdaderos, por ser cada uno de los lugares a los que se refiere, por no habérseles reconocido justamente su legado. ¿No le parece?

Mire, ver “posters desplegados en las estaciones del metro de Caracas, de Buenos Aires, de Río de Janeiro, de Nueva York, de Londres, de Berlín, de Madrid, de Paris, de Tokio, etc … daría escalofrío emocional a cualquiera”, sobre todo a quien sepa cuánto cuestan esas publicidades en el exterior. Aquí hay problemas domésticos aún por atender estructuralmente y no con publicidad como usted lo sugiere, se resuelven. ¿Es usted un agente publicitario o empresa de “asesoría comunicacional”? ¿Hace plotters, vallas o cuñas para TV? ¿O es el “web master SNO” de rebotadores de sugerencias?

Ese músculo promocional que ofrece la Orquesta Sinfónica Juvenil Simón Bolívar, es sólo eso, un músculo. No es el organismo cultural y entero de la patria. Las revistas norteamericanas acostumbran nombrar personas con tales o cuales títulos como la “Billboard”, “People” o la “Time”; ponen artistuchos a sonar, a ser conocidos, así como la “Forbes” retrata y promueve a los ricos para presumir de sus millones de dólares.
¿Usted cree que eso es gratis señor Carlos? Cuando alguien es denominado como personaje “más influyente del planeta” … ¿Qué entiende usted por eso? ¿Sobre qué realidades, personas, gente, grupos, influye el “personaje”? Recuerdo que en el 2008 en Colombia, Juanes fue “El personaje del año”. El mismo que promovió un burdo concierto de papanatas de la música denominado “Paz sin fronteras” entre Táchira y Cúcuta. Venezuela es el país que posee una paz estable en comparación con Colombia. Por Dios: ¿Qué le pasa a usted y a un bojote de obnubilados por la mente ante una estafa sistemática que encumbra “personajes” y obvia al todo y a todos, incluyendo a otros directores de esa orquesta y muchos de sus virtuosos instrumentistas?

¿Cuándo usted ha visto a virtuosos del Cuatro Venezolano como Jorge Glen, Gustavo Colina, Luis Pino, Leonardo Lozano o “Cheo” Hurtado tocando allí? ¿Cuándo vería usted a Cruz Tenepe o a Ignacio “El Indio” Figueredo agarrando el arpa de esa orquesta? ¿O a un Ernesto Laya o un Wilmer Montilla agitando las maracas allí? Ni hablar de los tambores de Olga Camacho y su Camachera; de Isidora con su calipso, del violín tradicional de Los Andes; de la mandolina pueblerina de “Chico” Lugo en Falcón, de los chimbángles de Juan de Dios Martínez o de la charrasca y los furros de la gaita zuliana. Y en Caracas un Alfredo Sadel coño… La salsa no porque la cosa se arregla con un “mambo”.
¿Usted le sugiere al Ministerio del Poder Popular para el Turismo y la Cultura que execren a Luis Mariano Rivera, a María Rodríguez, a Hernán Marín, a Otilio Galíndez, a Armando Molero, a Lilia Vera, a Cecilia Todd, a Gualberto Ibarreto, a Francisco Pacheco, a Yolanda Delgado, a Amaranta Pérez, a José Montecano, a Israel Colina, a Amílcar Briceño, a Moisés Torrealba, a Miguel Ordóñez, a Miguel Matos, a Mervin Rodríguez, a Marcos Molina, a la “Muchachera”, a José Alejandro Delgado y muchos otros, verdaderos artistas populares y virtuosos para que una orquesta represente al país como si en Venezuela no estuviera pasando otra cosa? Usted y unos cuantos están errados señor Carlos. Sólo que éstos no tienen el apoyo de un mánager con trayectoria institucional que haya cerrado escuelas e institutos y que toque limpiamente el clavecín.
Sus premisas son lugares comunes. El himno nacional que suena todos los días en Tves donde la Orquesta Sinfónica Juvenil es dirigida por el Herbert Von Karajan criollo, puede servirle para soñar esa sarta de boberías que no parecen salidas del alma de un revolucionario sino de un torpe escuálido. No se deje embrujar por tanto parapeto oxigenado. Si a usted por mover una batuta, especulemos, le pagaran 20 mil dólares mensuales, quizá lo entendería. Bájese de esa nube de orquesta… señor. ¿O será que lo mandaron a tirar “ideas al aire”? No me extraña. Ahora van por el resto. A buscar más dinero. Los demás, no existen. No me joda señor Carlos. Diga la verdad, no premisas.

oswaldobuenaventura@gmail.com

Nota: este artículo fue publicado en el sitio web Aporrea.org el 17/05/09

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