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jueves, 25 de marzo de 2010

Abreu-Dudamel, o la vieja hipocresía de un «sistema»

Por: Xavier Padilla(*)

El camarada Jesús Chua Espinoza tiene razón —mucha razón— en arrecharse (ver su reciente artículo: http://www.aporrea.org/ideologia/a92329.html).

Da arrechera, para empezar, que lo primero, lo más alto, lo más excelso siempre sea, o tenga que ser, en términos culturales, lo exógeno, lo extranjero (como, por ejemplo, todo cuanto ha venido, y sigue viniendo, de Europa —en este caso la música clásica, que es en lo cual Dudamel brilla, así le gusten, como dice, otras músicas—); y que lo mejor que tengamos, en materia de talento nacional, no pueda ni en sueños aspirar —a menos que se trate de música clásica— a la misma celebridad y reconocimientos (sopesemos la escala) que obtendrá siempre, no obstante, un... Dudamel.

Dudamel: esto es, repertorio europeo, que no autóctono. Lo siento mucho: un susodicho Mambo por aquí, un Evencio Castellanos por allá, sigue siendo cosa a-popular, así queramos que se le parezca. Lo autóctono —lo popular de todas partes— tiene sus propios instrumentos y técnicas. Sus mañas musicales. De difícil y, lo que es más importante aun, de INÚTIL sustitución.

La «música popular» es el conjunto de músicas que llamamos así por no tener, simplemente, otra forma de referirnos a lo que NO es «música clásica», o «música culta».

(Uno se pregunta si habrá quedado un huequito por dónde respirar en la cultura occidental, si habrá una forma de no ser aun más incultos: hasta señalando la obvia exclusión implícita en el presunto valor superior de la cultura culta uno se auto-excluye, pasa frente a los "conocedores" por más tarado aun. Pero cómo hacer para no ganarse el sombrerito de asno, si no podemos evitar preguntarnos por qué «lo mejor» siempre se lo tiene que llevar el primer mundo, o tiene que prestarle sus servicios al Imperio.)

¿La Filarmónica de Los Angeles? La ciudad de Los Angeles no es sólo un lugar con muchos latinos. Es también, y sobre todo, Hollywood... Esto es, el imperio de la alienación cultural del mundo. ¿Y gracias a qué —permítasenos preguntar— la mítica ciudad atrae siempre para sí todo «lo bueno», todo «lo mejor»? ¿Será gracias a otra cosa que a su poder para... capitalizarlo?

Dudamel, por su enorme talento, tiene que pasar por ahí, no?

—¿Perdón?— ¿De verdad tiene que hacerlo?

Me dirán... que se lo merece.

—¿Perdón?— "¿Que se lo merece?"

¿Quién se lo merece, el primer mundo? ¿O ambos...?

Ambos. El uno al otro. Pues parece que la oferta, en este mundo que conocemos, es en sí misma ecléctica: para ambos muy buena...Similia Similibus (= "lo similar se cura con lo semejante").

Los Angeles es Hollywood. El Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles venezolano es único en el mundo. Luego: ¿cómo no iba a estar representado allá?

Resta a saber si el mismo «sistema» habla tan bien del Gobierno Bolivariano como suele hacerlo de sí mismo expresamente en todos lados. Hasta donde sé, todos los premios, ovaciones y demás reconocimientos que colecciona por el mundo dicho «sistema» van seguidos, ceremonialmente, de unas palabras de agradecimiento que versan invariablemente sobre la inclusión social de los niños pobres en Venezuela, pero la palabra maldita, «Chávez», vaya qué poco se oye en esos discursos...

Qué bien se guardan Dudamel y Abreu de pronunciarla. Nisiquiera mencionan "Gobierno Bolivariano", inútil hacerlo —¿no es cierto que sería redundante?— tratándose de la Orquesta Simón Bolívar. Ahora bien, yo sé que el «sistema» no es obra de Chávez, que existía desde antes, pero este «sistema» sin embargo se lleva, según tengo entendido, él solito el 40% de todo el presupuesto de cultura del Gobierno Nacional. "Bolivariano..."

Y tampoco es que antes (en la IV) la inclusión fuese un lema muy sonado, muy emblemático de dicho «sistema». Recuerdo que cuando a los 18 años de edad quise estudiar contrabajo, y fui a preguntar en uno de sus centros, la respuesta fue que por mi edad era imposible, que tendría que empezar en el sexto año de dicho instrumento, y tener el quinto aprobado...

La verdad es que el «sistema», para decirlo llano, olía bastante a "ediondismo". Prohibían a los músicos integrantes de las orquestas (cuya mayoría no venía precisamente "de abajo") tocar en orquestas de salsa, "matar tigres" en la noche capitalina, "callejearse". Tenían que hacerlo escondidos. La mayoría de trombonistas y trompetistas de las orquestas de salsa de Caracas donde yo tocaba —que eran casi todas— venía de "la juvenil", o sea del «sistema», y trataban de ocultarse lo más posible tras las campanas de sus instrumentos. Y no era por ganarse el dinero de estos toques que arriesgaban ser botados por Abreu, era por las ganas de tocar otra vaina, esa misma que se oye en todas partes, en los barrios, en la calle, y que se baila desde carajito.

Y que se sigue bailando hoy. Hablando de "inclusión", los actuales músicos de la Bolívar, y de todo el «sistema», siguen que no aguantan por tocar otra vaina —sin por ello odiar a Strauss, Wagner, Chostakovitch, (vaya nobleza de nuestro talento)—. Y no sólo quieren tocar salsa, o folklore, sino jazz, rock, fusión (¡me consta!). Es decir: «MÚSICA POPULAR».

Y la pregunta entonces es, camaradas, ¿y el Poder Popular?

Muy bien, decíamos que el «sistema» viene de la "cuarta", que no es de Chávez, de la Revolución Bolivariana, muy bien... (de paso eso se ve: comenzó por "lo alto", por Europa, el Primer Mundo y su legado universal, la Música Clásica, la Música Culta, académica, y continuó por esa vía, por ese formato, hasta hoy). Entonces, ¿no tendrá la "quinta" que dar a luz el suyo propio, uno basado en una cultura no menos universal, no menos rica, como lo es la popular?

Claro que sí, un nuevo «sistema», autónomo en relación al actual —en todos los sentidos— está en camino y nacerá.


(*)Músico venezolano residenciado en Francia

xavierpad@gmail.com

www.reverbnation.com/xavierpadilla

Nota: este artículo fue publicado en el sitio web Aporrea.org el 27/12/09

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