Por: Freddy Argimiro Gutiérrez Fassano
Aramita Padrino: en función de lo que
planteas en tu escrito “Desagravio a Lilia Vera”, te diré lo siguiente:
No fueron mis artículos los que lesionaron la ética de Lilia
Vera, yo simplemente copié un comentario público que Lilia hizo hace algún
tiempo y lo contrasté con una acción protagonizada por ella. No es
responsabilidad mía que el comentario de Lilia vaya por un lado y su acción
vaya por otro.
Tú pudiste haber interpretado desde otra óptica los datos que yo
aporté, pero preferiste obviar ese paso para no tener que defender lo
indefendible.
No voy a rebatir ni a juzgar las manifestaciones de amor,
respeto y admiración que le dedicas a Lilia en tu artículo. Tampoco voy a
rebatir ni a juzgar las manifestaciones de rechazo o desprecio que me dedicas a
mí. Estás en tu derecho de hacerlo, pero eso sale de la esfera de este debate.
Mis planteamientos pertenecen al ámbito de la política. El comentario de Lilia
que yo resalté fue un comentario político. La acción de Lilia que yo reseñé fue
una acción política, y las críticas que yo le hice a Lilia fueron críticas
políticas o politizadas.
Yo decidí visibilizar las contradicciones en las que cayó Lilia
Vera no porque eso me cause placer ni porque tenga yo la pretensión de
presentarme ante todos como el rey de la coherencia. La participación de Lilia
en el acto que se realizó para encumbrar a Abreu podría tener un efecto muy negativo
y desmoralizador entre las personas que están luchando por transformar el
modelo de gestión cultural excluyente y eurocéntrico que tenemos. Dado lo
delicado del asunto no me quedó otra alternativa que lanzar una oportuna voz de
alerta.
Si a lo antes expuesto le añades el hecho de que los medios
públicos no permiten ventilar estas cosas, y si a eso le sumas que el
Ministerio del Poder Popular para la Cultura se convirtió en un monumento al
sectarismo, a la corrupción y al silencio cómplice, entonces entenderás mi
preocupación.
Anexos:
1
La bancarrota ética de Lilia
Vera y José Alejandro Delgado (primera parte)
2
La bancarrota ética de Lilia
Vera y José Alejandro Delgado (segunda parte)
3
Desagravio a Lilia Vera
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